El instinto que destruyó La Humanidad

Un título un tanto exagerado ahora mismo pero que podría hacerse realidad. Lo seres humanos, y todos los seres vivos en general, se basan en dos instintos básicos fundamentales: la supervivencia propia y la de la especie. En el caso de los humanos, el segundo está llevándose a tales extremos que podría provocar justo lo contrario.

El primer instinto es el que nos permite seguir vivos día a día. Nos obliga a buscar comida y a tener cuidado de no hacernos daño. El segundo busca la procreación y en muchas especies, la protección del resto de individuos del grupo.

Es en esto último, en la protección del resto de los individuos donde el ser humano no está haciendo las cosas todo lo bien que debería. La medicina cura y alarga la vida. Eso está muy bien desde un punto de vista individual. Pero desde un punto de vista más general eso trae unas consecuencias que no se están teniendo en cuenta: superpoblación y población envejecida.

Continuamente salen por la televisión noticias de nuevas medicinas y nuevas curas. Pero no se ve que se esté trabajando en sus consecuencias. Las ciudades deben cambiar, deben crecer a lo alto para permitir el mayor número de personas en la menor superficie posible. Puesto que es la raza humana la que por voluntad propia está incrementando su número de individuos, tiene la responsabilidad de mantener el orden con la naturaleza. Es decir, no puede quitarle superficie a otras especies animales y vegetales para hacerse un sitio. El ser humano es solo un elemento más en el equilibrio de la naturaleza y por tanto, si elimina otros elementos de la naturaleza para hacerse sitio lo que hace es destruir ese equilibrio y al final perjudicarse a sí mismo.

Independientemente del cambio climático, las consecuencias de una superpoblación no controlada ya nos permiten ver hoy en día las consecuencias que podría tener.

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A ver si entre todos mejoramos las ideas y las llevamos a la práctica