Coche eléctrico

Está muy extendida la idea de la necesidad de usar coches eléctricos en algún momento, tanto por la contaminación que generan los coches actuales como por la necesidad en un futuro por la escasez de petróleo. Lamentablemente, no va a ser nada fácil que todos podamos sustituir nuestro coche por uno eléctrico. De hecho, es muy posible que se llegue a prohibir por ley la fabricación y uso de estos coches. En cambio, los de hidrógeno si serán una alternativa.

¿Dónde está el problema? ¿Por qué sí unos y no los otros? Las centrales eléctricas apenas pueden suministrar más electricidad de las que ya suministran. Así que habrá que olvidarse de obtener de los enchufes la energía que ahora mismo nos da el petróleo.
Con el hidrógeno se podría pensar que ocurre algo parecido, porque hace falta tanta energía para producir el hidrógeno como la que va a consumir el coche para moverse. Pero la fábrica de hidrógeno deberá tener sus propios generadores (solar, eólico o el que sea), no podrá cogerlo de la red eléctrica porque de donde no hay.....

Se tardará, o simplemente no se conseguirá, producir todo el hidrógeno necesario para mover a todos los coches actuales. Lo que obligará a un cambio más pausado entre coches de gasolina y la alternativa. Así que por un motivo o por otro, el parque automovilístico a escala mundial se verá reducido y puede que nunca vuelva a tener el máximo que alcance cuando el petróleo empiece a escasear. La única opción para evitarlo es aumentar la producción de energía eléctrica para compensar la energía que ahora mismo da el petróleo.

Producir la energía que actulamente se genera con el petróleo puede ser complicado sin la fusión. Tal vez muchas placas solares en los desiertos podría. Aun si se pudiera puede que no debamos porque se seguiría elevando la temperatura global aunque no haya gases de efecto invernadero. Es un tema que se menciona en "3001: Odisea final", de Arthur C. Clarke. Producir energía genera un calor que se libera mucho más despacio al espacio que la radiación que proviene del sol rebotando en la superficie. Las placas solares no son tan maravillosas como parecen porque impiden que esa radiación rebote y por tanto se termina generando calor.

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A ver si entre todos mejoramos las ideas y las llevamos a la práctica